Las demencias en general, y la enfermedad de Alzheimer (EA) en
concreto, se definen como un trastorno neurodegenerativo irreversible que ocasiona
un deterioro global persistente, y cuya consecuencia son alteraciones en el
carácter, cognición, conducta y personalidad.
Además, produce un grave deterioro de la vida social,
laboral y cotidiana de la persona afecta, e interfiere el autogobierno de la misma.
Habitualmente aparece con síntomas muy discretos,
silenciosos pero progresivos, con problemas leves de memoria y lenguaje en la
vida cotidiana. Específicamente, entre otros, lapsos de memoria semántica,
olvido de acciones realizadas o por realizar, repetición de información a los
pocos minutos de haberla expresado, problemas en la memoria visuoespacial..., y
al que se van asociando alteraciones de otras funciones mentales y psicológicas:
Problemas en la planificación de la solución de problemas, problemas
motivacionales para dirigir la conducta a meta, problemas de gestión de las emociones,
etc . Al igual que otras demencias relacionadas (vasculares, frontales, enfermedad
por cuerpos de Levy...), estas afectaciones suelen derivar en un deterioro en
la ejecución efectiva de las actividades de la vida diaria e intrusión del
paciente en una situación de dependencia que termina en institucionalización o
en convertirse en una importante carga para los familiares y cuidadores.
Finaliza siempre con la pérdida completa de la biografía y
la identidad personal.
La secuencia intermedia en este proceso es más dificultosa
de determinar. La progresión de la enfermedad es heterogénea. En algunas
personas la evolución del proceso de deterioro se acelera más en algunas capacidades
mientras conserva relativamente bien otras. Esta progresión viene determinada
por las anomalías en los circuitos neuronales en los que el daño neurológico se
va haciendo más reconocible. Por ejemplo, la típica progresión inicial del daño
en la corteza entorrinal, estructura paralímbica del lóbulo temporal y,
posteriormente, el hipocampo, suele acuciar los p roblemas de la memoria reciente.
En consecuencia, la pérdida de esta capacidad se hace más
relevante que otras: los circuitos de memoria son los más vulnerables en la
patología de la EA y, por lo tanto, los primeros en verse afectados.
De este modo muchas veces se identifica “demencia” con
“pérdida de memoria”. Otros pacientes en cambio, sufren más daños en procesos
manipulativos, o en problemas del lenguaje por afectación temporal de peor pronóstico
clínico, o diferentes problemas de tipo perceptivo (visual, auditivo, olfativo...)
como las afectaciones parietooccipital es.